- Miguel
- Jul 18, 2024
- DJ de eventos, Luy y sonido, Macrodiscoteca, Organización de eventos
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Justo después del Chupinazo de Santander 2024 empezamos nuestra propia fiesta privada, a la que estáis todos invitados, en la Plaza de Correos y en la caseta del restaurante El Muelle. Para que recordemos juntos el espíritu de esa época dorada de nuestra música y juventud. ¡Ay! ¡Qué recuerdos!
Y todo ello mientras llenamos el estómago con las mejores tapas y raciones de Santander: la selecta cocina de El Muelle, restaurante del Barrio Pesquero, es el mejor reclamo para que vengáis a vernos.
La verdad es que una caseta con música incorporada le da otro aire a una barra y unos pinchos que pueden parecer similares en otros puestos, pero que provistos de esta atracción original hacen que más gente se congregue y comprueben por ellos mismos la calidad de este servicio de comida y bebidas. Como decía el propio Cheda:
La diferencia ha sido brutal con respecto a otras casetas y yo me he fijado desde el principio, porque al inicio de la noche no había tanta gente por la plaza y cuando he empezado con la música se han venido casi todos para acá.
Y la diferencia se mantuvo a lo largo de las horas, cuando más gente acudió a la plaza de Atarazanas, pero concentrándose más en la zona de la que partían clásicos de nuestra música de los 80 y 90. Esa época dorada para los que la vivimos de chavales y que ahora acudimos con nuestros hijos y nuestros años cumplidos y bien cumplidos. Por lo tanto, se vuelve a comprobar que la música tiene esa magia que hace que nos congreguemos en torno a un altavoz o una mesa de mezclas o un escenario: somos seres musicales y se nos nota cuando llega la ocasión.
Os adjuntamos algunas fotos de la caseta de El Muelle y de DJ Cheda en acción, con su mesa de mezclas:
En los años 90, los eventos de música electrónica de barrio fueron fundamentales para el crecimiento y la difusión de este género. Uno de estos eventos podría haber sido una fiesta rave clandestina organizada en un almacén abandonado en un vecindario industrial, pero también la típica concentración de gente en torno a una mesa de mezclas. También era posible disfrutar de esta música en un entorno más “normal”, como un pub o discoteca, lógicamente, pero la figura de un buen DJ siempre ha sido fundamental para que nada de esto pudiera funcionar en condiciones.
Música electrónica y clásicos de los 90 en las fiestas de Santander con DJ Cheda
El 19 de julio, justo después del Chupinazo, empezó nuestra propia fiesta privada de música electrónica en Santander con DJ Cheda en la caseta de El Muelle. En la Plaza de Correos.
Restaurante El Muelle en el Barrio Pesquero de Santander
Ubicado en el encantador Barrio Pesquero de Santander, el Restaurante El Muelle se destaca como un referente gastronómico en la zona turística de la ciudad. Este acogedor establecimiento cuenta con un comedor con capacidad para 60 personas, ofreciendo una experiencia culinaria única y memorable.
En su menú, El Muelle presenta una exquisita selección de mariscos frescos, generosas mariscadas, arroces melosos y secos, risottos llenos de sabor, fideuás excepcionales y pescados del Cantábrico, siempre seleccionados del día y de temporada. Además, los aficionados a la carne pueden disfrutar de opciones de alta calidad y los más reconfortantes platos de cuchara. Con un firme enfoque en la calidad de los ingredientes y la excelencia culinaria, El Muelle asegura una experiencia gastronómica inolvidable para todos sus comensales.
El Muelle es una auténtica arrocería que deleita a sus visitantes con una variada oferta de sabores del mar y de la tierra, consolidándose como un destino imprescindible para los amantes de la buena cocina.
Recordemos juntos las raves de los años 90
A mediados de los años 90, la escena rave estaba en pleno auge, impulsada por jóvenes que buscaban experiencias musicales y sociales alternativas. En muchos barrios de ciudades como Nueva York, Chicago, Londres o Barcelona, entre otras, pequeños colectivos de DJs, promotores y entusiastas de la música electrónica comenzaron a organizar sus propias fiestas clandestinas. Estas fiestas solían celebrarse en almacenes abandonados, espacios industriales o locales vacíos, aprovechando la infraestructura disponible y la privacidad que estos lugares ofrecían.
La organización de estas fiestas requería una mínima coordinación. Un grupo de amigos o conocidos se encargaba de encontrar la ubicación adecuada, asegurándose de que fuera lo suficientemente grande para albergar a los asistentes, pero también lo suficientemente discreta para evitar la atención no deseada de las autoridades. La seguridad era una preocupación constante, por lo que se establecían puntos de entrada y salida específicos y se contrataba a personal para controlar el acceso. Los promotores utilizaban métodos de comunicación boca a boca, volantes repartidos en otros eventos o tiendas de discos, y, a veces, incluso líneas telefónicas secretas donde los interesados podían obtener información de última hora sobre la ubicación exacta.
La música era el corazón de estas fiestas. DJs locales y emergentes se encargaban de mezclar una variedad de géneros dentro de la electrónica, como techno, house, trance y drum and bass. Estos eventos eran una oportunidad para que los DJs experimentaran con nuevos sonidos y estilos, creando una atmósfera única y vibrante. El ambiente en estas raves de barrio era ecléctico y diverso. Asistían personas de diferentes orígenes y subculturas, todos unidos por su amor por la música y la danza. La decoración del espacio solía ser minimalista, con luces estroboscópicas, proyectores de diapositivas y máquinas de humo, creando un entorno inmersivo y sensorial.
Aunque estos eventos no alcanzaron la fama de los grandes festivales, tuvieron un impacto profundo en la comunidad local. Proporcionaron un espacio seguro y creativo para la expresión personal y la experimentación musical. Muchos DJs y productores que luego se hicieron famosos comenzaron sus carreras en estas fiestas de barrio. Las raves en almacenes abandonados de los 90 representan un capítulo importante en la historia de la música electrónica. Fueron eventos donde la pasión por la música y la comunidad superó las limitaciones del lugar y los recursos, dejando un legado duradero en la cultura rave y la música electrónica.